miércoles, 10 de febrero de 2021

🙌🏼

 Te extraño tanto que tengo las manos vacías. Y trato de hacerte y deshacerte tantas veces, te sé con mis manos y dibujo tu pecho en un intento de revivirte y descansar en él una noche más. 

Te advierto ausente...


 y ya son 15 noches sin dormir.




sábado, 21 de noviembre de 2020

🌌

 

Hay conexiones que me son muy difíciles de explicar, de escribir, que nos nutren, que nos hacen sentir un poco más vivos, que nos hacen sentir eternos -todos somos eternos en la mente de quién nos evoca-.

 Siento que mil palabras vienen a mi mente, pero cuando tengo que bajarlas a papel no tengo ninguna. Quedan como un nudo de sentimientos atrapados en mi cabeza. Y nunca termino encontrando el hilo suelto que me lleve a desarmar tal madeja.

Me consuelo diciendo que las puedo explicar viviéndolas, empíricamente. En cada abrazo o caricia o mirada o susurro. En una piel erizada ante la certeza de un encuentro. En la manía de mirar cada detalle -tus lunares por ejemplo, te acordás cuando escribí un poema sobre ellos?-.

Colecciono esas conexiones como mantras, como rituales de una vida que no estamos dispuestos a vivir, porque no estamos listos, porque implican algo superior y deberíamos despojarnos de tantas cosas -de ser tan humanos-. 

Y te guardo como el ritual que jamás podré repetir, del que no puedo hablar, del que me da tristeza de solo pensarlo. 

Así se construyen los mejores recuerdos, en la oscuridad, en silencio, solos, hasta que un día, una nueva chispa -tu chispa, amor- los vuelva a encender.

viernes, 29 de mayo de 2020

☄️

Volvamos al principio.
Haría todo de forma distinta.
No me escondería como cuando te vi entrar porque me daba vergüenza tener que hablar con vos.
No te culparía por tus fantasmas, los abrazaría fuerte y no te crearía nuevos.
Yo diría primero el "te amo", sin titubear.
Te agarraría fuerte de la mano cuando caminemos por la calle.
Estaría en la medida justa de tus necesidades.
Pero sabemos que no podemos volver, que no puedo cambiar haberme escondido o no decirte primero que te amaba - aunque ya te pertenecía desde mucho antes -, o haberte librado de tus mostruos.
No sé amar y me doy cuenta ahora. Siempre creí que caminaba en terreno conocido. Pero no. Hasta en eso me equivoqué.
Sigo aprendiendo a relacionarme. Vos sacudiste todos mis modos conocidos de amar. Como un suceso único que ocurre cada 200 años.
Y estoy acá, culpándome por cada cosa que hice mal, por no entender tu forma de amarme, por creer que mi amor bastaba, por creer que mi forma de amar era la única forma posible.
Confieso que tuve miedo. Tuve miedo de sentirme tan feliz - sabes como nadie cuan cómoda me siento en la nostalgia-. Tuve miedo de sentirme tan completa. Porque despues de vos no sabría cómo volver a llenarme de tanto.
Estoy acá, pensando una estrategia para rescatar lo que aún no perdimos. Pero en el amor no sirven las estrategias. Y me quedo sin nada.
Estoy acá y vos estás lejos. Cada día un poco más.
Un cometa que se aleja de la Tierra. Soy capaz de esperarte otros 200 años más, y en esa oportunidad hacerlo todo de forma distinta.

martes, 7 de abril de 2020

🌊

Me duele el pecho.
Cada segundo se vuelve eterno.
Muevo desesperadamente mis brazos.
No llego.
No puedo salir.
Estoy rodeada de agua.
Profundidad.
Sentiste alguna vez la sensación de estar ahogándote?
Sentir que tus pulmones están vacíos?
Se te tapan los oídos.
Se te cierra el pecho.
Te inquieta estar así.
Y salís a la superficie.
La bocanada de aire cuando salís de estar bajo el agua mucho tiempo.
Así se sintió tu amor.
Liberarse de esa sensación de estar ahogándose.
El aire que te llena los pulmones de vida. Poder respirar.
El aire frío entrando en tu cuerpo.
Abrir los ojos y no sentir ardor.
Sentirse libre y vivo.
Estoy tan vivo, amor.

domingo, 12 de enero de 2020

_546 motivos para no quererme_


Esperar duele. En cualquier circunstancia duele. Esperar un perdón a destiempo, esperar a que piensen si te aman o no, si te quieren en su vida o no, es comparable a 546 cuchillos clavados en el cuerpo. Duele porque sabes con certeza que lo que pudiste dar, nunca fue suficiente para garantizar un amor sin dudas (te hubiera sostenido toda mi vida y aún así no fue suficiente). Y duele porque uno espera, sin decir nada, callado, por miedo a que la mínima cosa incline la balanza para el lado del olvido. Y aguanta, carga responsabilidades en la espalda que le corresponden al otro. Y mendiga gestos de amor, pruebas de que todavía algo queda, de que todavía hay esperanza (la esperanza es un calvario para quien decide amar).
Quiero que sepas que todavía espero, espero que me pienses, que veas qué lugar puedo ocupar en tu vida (como si fuera un mueble viejo que ya no tiene espacio en tu casa nueva), y sobre todo espero que encuentres un motivo para que me vuelvas a amar.

viernes, 6 de septiembre de 2019

No me quejo.

7.53 de la mañana. Apoyada en la mesada de la cocina. Mirando un punto infinito. Perdida en miles de pensamientos. El café con leche se enfría en mis manos. Lo dejo entibiarse. Absorbo el calor en mis manos. Estoy congelada con éste frío de septiembre. Extraño que agarres mis manos y soples airecito caliente. Es sólo una de las tantas cosas que extraño. Es el precio que pagamos por amar, me consuelo. Me doy cuenta que siempre soy la que paga la deuda más cara en todos los desamores. No me quejo, alguien debe hacerlo. Cansa ser siempre yo, pero no me quejo. Sigo sin comprender la lógica de los desamores. Ya no sé transitar los duelos, ni elaborarlos, siempre termino aferrada tenazmente al único recuerdo que no se tiñó de grises. Casualmente es el recuerdo de la primera vez que nos quedamos dormidos, vos abrazándome tan fuerte, aferrándote a mi, como si fuera la madera que te puede salvar (yo, que no sé ni salvarme a mi misma). Todavía siento en mis costillas la presión de tus brazos. Alucinación sensorial, pienso. Y repaso una vez más (van 23 veces ésta semana) nuestra historia, lo que hice bien y lo mucho que hice mal. Me acostumbré a culparme por todo. Me desconozco, lloro, empiezo de nuevo. 9.37 am. No me quejo, alguien tiene que hacerlo.

viernes, 26 de abril de 2019

📃

Recuerdo el día que elevaste la queja de que nunca escribía sobre vos, que sólo hablaba del viento, del cielo, de los atardeceres, de pájaros volando, de amores que ya habían muerto hace tantos años. Que nunca escribí sobre tu risa, sobre tu mirada, sobre cómo mi piel se erizaba debajo de tu mano. 
Vos no sabías que cuando dormías y un pequeño destello de luna entraba por la ventana, iluminando cada pequeño rasgo que amo de vos -a saber, tu boca y esa imperfección que tanto te molesta de tu nariz-, te susurré al oído la prosa más hermosa que pudo salir de mi boca. Nunca te vas a enterar que escribí canciones sobre la melodía de tu risa, que entre gemido y gemido te dí todas las letras de mi abecedario.
Es que a decir verdad, prefiero hacerte poema en nuestra cama, llenar tu boca de frases que no riman pero que saben bien, dejar en tus manos mi tintero y confundir 
tu cuerpo con una hoja de papel.