Hay conexiones que me son muy difÃciles de explicar, de escribir, que nos nutren, que nos hacen sentir un poco más vivos, que nos hacen sentir eternos -todos somos eternos en la mente de quién nos evoca-.
Siento que mil palabras vienen a mi mente, pero cuando tengo que bajarlas a papel no tengo ninguna. Quedan como un nudo de sentimientos atrapados en mi cabeza. Y nunca termino encontrando el hilo suelto que me lleve a desarmar tal madeja.
Me consuelo diciendo que las puedo explicar viviéndolas, empÃricamente. En cada abrazo o caricia o mirada o susurro. En una piel erizada ante la certeza de un encuentro. En la manÃa de mirar cada detalle -tus lunares por ejemplo, te acordás cuando escribà un poema sobre ellos?-.
Colecciono esas conexiones como mantras, como rituales de una vida que no estamos dispuestos a vivir, porque no estamos listos, porque implican algo superior y deberÃamos despojarnos de tantas cosas -de ser tan humanos-.
Y te guardo como el ritual que jamás podré repetir, del que no puedo hablar, del que me da tristeza de solo pensarlo.
Asà se construyen los mejores recuerdos, en la oscuridad, en silencio, solos, hasta que un dÃa, una nueva chispa -tu chispa, amor- los vuelva a encender.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario