domingo, 12 de enero de 2020
_546 motivos para no quererme_
Esperar duele. En cualquier circunstancia duele. Esperar un perdón a destiempo, esperar a que piensen si te aman o no, si te quieren en su vida o no, es comparable a 546 cuchillos clavados en el cuerpo. Duele porque sabes con certeza que lo que pudiste dar, nunca fue suficiente para garantizar un amor sin dudas (te hubiera sostenido toda mi vida y aún así no fue suficiente). Y duele porque uno espera, sin decir nada, callado, por miedo a que la mínima cosa incline la balanza para el lado del olvido. Y aguanta, carga responsabilidades en la espalda que le corresponden al otro. Y mendiga gestos de amor, pruebas de que todavía algo queda, de que todavía hay esperanza (la esperanza es un calvario para quien decide amar).
Quiero que sepas que todavía espero, espero que me pienses, que veas qué lugar puedo ocupar en tu vida (como si fuera un mueble viejo que ya no tiene espacio en tu casa nueva), y sobre todo espero que encuentres un motivo para que me vuelvas a amar.
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